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James Wilson Morrice, nacido el 10 de agosto de 1865 en Montreal (Canadá), fue uno de los primeros paisajistas canadienses en alcanzar reconocimiento internacional. La estampa de sus obras sigue siendo hoy testimonio de sus notables dotes artísticas. En 1891 dio el gran salto y se trasladó a París, Francia, donde pasó la mayor parte de su carrera. W. Somerset Maugham, famoso escritor y conocido suyo, comentó en una ocasión que los bocetos de Morrice podrían cambiar para siempre la forma de ver París.
Morrice, hijo de un comerciante, se dedicó al estudio de la pintura tras estudiar Derecho en Toronto. Se trasladó a Inglaterra y finalmente se estableció en París, donde estudió en la prestigiosa Académie Julian de 1892 a 1897. Allí entabló amistad con artistas notables como Charles Edward Conder y Maurice Brazil Prendergast y recibió clases en el estudio de Henri Joseph Harpignies, que animaba a sus alumnos a pintar al aire libre. A pesar de su presencia en París, Morrice siempre permaneció vinculado a su Canadá natal, pasando allí los inviernos y realizando numerosos viajes internacionales. Sus experiencias y contactos en los círculos intelectuales de París fomentaron su desarrollo artístico e influyeron en la calidad y singularidad de su arte, que se expresa en cada impresión artística de sus obras.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Morrice regresó a Montreal y más tarde se trasladó a Cuba. Aquí, por desgracia, comenzó su lenta espiral descendente hacia el alcoholismo. Su producción artística se volvió errática e infrecuente. En 1922, dos años antes de su muerte, realizó un último viaje a Argelia para pintar con Albert Marquet. Las primeras obras de Morrice, inspiradas en el James Abbott McNeill Whistler tanto en el humor como en el color, están pintadas con poca densidad. Más tarde desarrolló un estilo más denso, influido por los impresionistas y Maurice Galbraith Cullen en particular. Algunas de sus obras de la época del Caribe se consideran las mejores. Reflejan un estilo suelto influenciado por el postimpresionismo. Por lo tanto, un grabado de James Wilson Morrice no es sólo un enriquecimiento estético para cualquier habitación, sino también un testimonio de la época y una expresión de la evolución artística del artista.
James Wilson Morrice, nacido el 10 de agosto de 1865 en Montreal (Canadá), fue uno de los primeros paisajistas canadienses en alcanzar reconocimiento internacional. La estampa de sus obras sigue siendo hoy testimonio de sus notables dotes artísticas. En 1891 dio el gran salto y se trasladó a París, Francia, donde pasó la mayor parte de su carrera. W. Somerset Maugham, famoso escritor y conocido suyo, comentó en una ocasión que los bocetos de Morrice podrían cambiar para siempre la forma de ver París.
Morrice, hijo de un comerciante, se dedicó al estudio de la pintura tras estudiar Derecho en Toronto. Se trasladó a Inglaterra y finalmente se estableció en París, donde estudió en la prestigiosa Académie Julian de 1892 a 1897. Allí entabló amistad con artistas notables como Charles Edward Conder y Maurice Brazil Prendergast y recibió clases en el estudio de Henri Joseph Harpignies, que animaba a sus alumnos a pintar al aire libre. A pesar de su presencia en París, Morrice siempre permaneció vinculado a su Canadá natal, pasando allí los inviernos y realizando numerosos viajes internacionales. Sus experiencias y contactos en los círculos intelectuales de París fomentaron su desarrollo artístico e influyeron en la calidad y singularidad de su arte, que se expresa en cada impresión artística de sus obras.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Morrice regresó a Montreal y más tarde se trasladó a Cuba. Aquí, por desgracia, comenzó su lenta espiral descendente hacia el alcoholismo. Su producción artística se volvió errática e infrecuente. En 1922, dos años antes de su muerte, realizó un último viaje a Argelia para pintar con Albert Marquet. Las primeras obras de Morrice, inspiradas en el James Abbott McNeill Whistler tanto en el humor como en el color, están pintadas con poca densidad. Más tarde desarrolló un estilo más denso, influido por los impresionistas y Maurice Galbraith Cullen en particular. Algunas de sus obras de la época del Caribe se consideran las mejores. Reflejan un estilo suelto influenciado por el postimpresionismo. Por lo tanto, un grabado de James Wilson Morrice no es sólo un enriquecimiento estético para cualquier habitación, sino también un testimonio de la época y una expresión de la evolución artística del artista.