Hubert Sattler fue un pintor de paisajes de un tipo especial: como casi ningún otro artista, consiguió satisfacer la creciente curiosidad de la gente por los países lejanos y los lugares exóticos. El siglo XIX se caracterizó por los relatos de viajes de exploradores de renombre. Estas lecturas despertaron en la población un afán viajero hasta entonces desconocido: querían ver el mundo con sus propios ojos. Un deseo que se le negaba a la mayoría de la gente en ese momento. Los pintores especializados en viajes se aprovecharon de este anhelo. Crearon impresionantes obras de arte que invitaban a la gente a realizar viajes imaginarios por todo el mundo. Hubert Sattler fue uno de los representantes más magistrales y exitosos de esta profesión.
El austriaco nació con talento artístico. Su padre era el pintor Johann Michael Sattler, creador del mundialmente famoso Panorama Sattler, un cuadro circular de casi 125 metros cuadrados de la ciudad de Salzburgo. Para presentar este panorama a un público internacional, la familia Sattler emprendió una gira de diez años por Europa. Durante este viaje vivieron en una casa flotante, donde Hubert Sattler pasó gran parte de su infancia y juventud. Allí comenzó a hacer sus primeros bocetos de paisajes y ciudades extranjeras. Aprendió los fundamentos de la pintura de su padre y también asistió a la Academia de Bellas Artes de Viena a los doce años. De su padre, Hubert Sattler también adoptó el método de presentar sus cuadros a un amplio público como showman. Para ello, creó cosmoramas de gran formato a partir de sus bocetos de viaje. Éstas se iluminaban artificialmente y se veían a través de un sistema de caja de mirilla con una lente de aumento. Combinado con una asombrosa riqueza de detalles, sus cuadros desarrollaban una perspectiva realista: prácticamente metían al espectador en el paisaje y hacían perfecta la ilusión de estar en el lugar. Las giras de exhibición con los cosmoramas no se limitaron a Europa: Sattler también viajó con ellos por Norteamérica e incluso ofreció una exitosa actuación como invitado en Broadway, en Nueva York.
A lo largo de su vida, Hubert Sattler viajó por casi todo el mundo. Sus expediciones en busca de los motivos más bellos no siempre fueron fáciles. La escritora de viajes Ida Pfeiffer conoció a Sattler en Oriente Próximo y le acompañó durante parte del camino. En su diario, describe cómo el pintor fue escupido y apedreado mientras dibujaba en Damasco. También informó de que Sattler cayó gravemente enfermo en el Líbano y sólo encontró un campamento en el duro suelo después de un viaje de trece horas "más muerto que vivo". Sin embargo, viajar siguió siendo una parte importante de la vida de Hubert Sattler. Incluso cuando llevaba mucho tiempo casado y con hijos, viajó mucho y permaneció varios años en América. No sólo demostró ser un artista de talento, sino que también tenía un gran sentido de los negocios. Con las entradas a sus exposiciones y la venta de cuadros de pequeño formato, pudo hacer una buena fortuna. Al final de su periodo de creación, legó sus cosmoramas y el panorama de su padre a la ciudad de Salzburgo, donde aún hoy pueden verse en el Museo del Panorama, creado especialmente para ello. Hubert Sattler encontró su última morada junto a su padre en una tumba de honor en el cementerio municipal de Salzburgo.
Hubert Sattler fue un pintor de paisajes de un tipo especial: como casi ningún otro artista, consiguió satisfacer la creciente curiosidad de la gente por los países lejanos y los lugares exóticos. El siglo XIX se caracterizó por los relatos de viajes de exploradores de renombre. Estas lecturas despertaron en la población un afán viajero hasta entonces desconocido: querían ver el mundo con sus propios ojos. Un deseo que se le negaba a la mayoría de la gente en ese momento. Los pintores especializados en viajes se aprovecharon de este anhelo. Crearon impresionantes obras de arte que invitaban a la gente a realizar viajes imaginarios por todo el mundo. Hubert Sattler fue uno de los representantes más magistrales y exitosos de esta profesión.
El austriaco nació con talento artístico. Su padre era el pintor Johann Michael Sattler, creador del mundialmente famoso Panorama Sattler, un cuadro circular de casi 125 metros cuadrados de la ciudad de Salzburgo. Para presentar este panorama a un público internacional, la familia Sattler emprendió una gira de diez años por Europa. Durante este viaje vivieron en una casa flotante, donde Hubert Sattler pasó gran parte de su infancia y juventud. Allí comenzó a hacer sus primeros bocetos de paisajes y ciudades extranjeras. Aprendió los fundamentos de la pintura de su padre y también asistió a la Academia de Bellas Artes de Viena a los doce años. De su padre, Hubert Sattler también adoptó el método de presentar sus cuadros a un amplio público como showman. Para ello, creó cosmoramas de gran formato a partir de sus bocetos de viaje. Éstas se iluminaban artificialmente y se veían a través de un sistema de caja de mirilla con una lente de aumento. Combinado con una asombrosa riqueza de detalles, sus cuadros desarrollaban una perspectiva realista: prácticamente metían al espectador en el paisaje y hacían perfecta la ilusión de estar en el lugar. Las giras de exhibición con los cosmoramas no se limitaron a Europa: Sattler también viajó con ellos por Norteamérica e incluso ofreció una exitosa actuación como invitado en Broadway, en Nueva York.
A lo largo de su vida, Hubert Sattler viajó por casi todo el mundo. Sus expediciones en busca de los motivos más bellos no siempre fueron fáciles. La escritora de viajes Ida Pfeiffer conoció a Sattler en Oriente Próximo y le acompañó durante parte del camino. En su diario, describe cómo el pintor fue escupido y apedreado mientras dibujaba en Damasco. También informó de que Sattler cayó gravemente enfermo en el Líbano y sólo encontró un campamento en el duro suelo después de un viaje de trece horas "más muerto que vivo". Sin embargo, viajar siguió siendo una parte importante de la vida de Hubert Sattler. Incluso cuando llevaba mucho tiempo casado y con hijos, viajó mucho y permaneció varios años en América. No sólo demostró ser un artista de talento, sino que también tenía un gran sentido de los negocios. Con las entradas a sus exposiciones y la venta de cuadros de pequeño formato, pudo hacer una buena fortuna. Al final de su periodo de creación, legó sus cosmoramas y el panorama de su padre a la ciudad de Salzburgo, donde aún hoy pueden verse en el Museo del Panorama, creado especialmente para ello. Hubert Sattler encontró su última morada junto a su padre en una tumba de honor en el cementerio municipal de Salzburgo.
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