Andrei Rublev (alrededor de 1360 - 1428), cuya identidad es todavía un misterio hoy en día, fue un pintor de iconos ruso y santo de la fe ortodoxa. La información biográfica sobre Rublev es extremadamente escasa. Los investigadores asumen que Andrei era el nombre monástico del pintor de iconos. El nombre que se le dio al nacer es desconocido.
Sólo muchos años después de la muerte del artista, Igor Grabar, un pintor ruso-soviético, descubrió varios iconos cerca de la ciudad de Zvenigorod. Resultó ser que estos eran los iconos de Rublev, que estaban alojados en un granero ordinario. Hoy en día es imposible imaginar la famosa Galería Tretiakov de Moscú sin estas obras maestras. Fascina a los visitantes con su especial ligereza y la expresiva expresión facial de los santos. Rublev vivió durante el Principado de Moscú, que pasó por un período de crisis en la segunda mitad del siglo XIV. Mientras que el arte bizantino se había convertido en un cataclismo, el pintor de iconos trajo una nueva luz a la pintura de este período. Sus obras se caracterizan por una coloración brillante y contornos suaves. En sus obras de arte transmite una extraordinaria pureza espiritual y una profunda fe. Una paleta de colores perfectamente seleccionada refuerza este sentimiento y da una nueva armonía a la iconografía ortodoxa rusa. El resplandor interior y el carácter especial de sus creaciones influyeron en su conocimiento en el campo de los símbolos e imágenes antiguas.
A lo largo de su vida, el rostro de Andrei Rublev nunca fue capturado en ningún lugar. Los teóricos afirman que entre sus iconos de la Catedral de la Anunciación hay un autorretrato de Judas Iscariote. A pesar de su desconocimiento inicial, el nombre Rublev se hizo grande en la historia del arte. Su simbolismo espiritual y su dominio del color inspiraron a Wassily Kandinsky, cuyo interés en la iconografía está presente en trabajos posteriores.
Andrei Rublev (alrededor de 1360 - 1428), cuya identidad es todavía un misterio hoy en día, fue un pintor de iconos ruso y santo de la fe ortodoxa. La información biográfica sobre Rublev es extremadamente escasa. Los investigadores asumen que Andrei era el nombre monástico del pintor de iconos. El nombre que se le dio al nacer es desconocido.
Sólo muchos años después de la muerte del artista, Igor Grabar, un pintor ruso-soviético, descubrió varios iconos cerca de la ciudad de Zvenigorod. Resultó ser que estos eran los iconos de Rublev, que estaban alojados en un granero ordinario. Hoy en día es imposible imaginar la famosa Galería Tretiakov de Moscú sin estas obras maestras. Fascina a los visitantes con su especial ligereza y la expresiva expresión facial de los santos. Rublev vivió durante el Principado de Moscú, que pasó por un período de crisis en la segunda mitad del siglo XIV. Mientras que el arte bizantino se había convertido en un cataclismo, el pintor de iconos trajo una nueva luz a la pintura de este período. Sus obras se caracterizan por una coloración brillante y contornos suaves. En sus obras de arte transmite una extraordinaria pureza espiritual y una profunda fe. Una paleta de colores perfectamente seleccionada refuerza este sentimiento y da una nueva armonía a la iconografía ortodoxa rusa. El resplandor interior y el carácter especial de sus creaciones influyeron en su conocimiento en el campo de los símbolos e imágenes antiguas.
A lo largo de su vida, el rostro de Andrei Rublev nunca fue capturado en ningún lugar. Los teóricos afirman que entre sus iconos de la Catedral de la Anunciación hay un autorretrato de Judas Iscariote. A pesar de su desconocimiento inicial, el nombre Rublev se hizo grande en la historia del arte. Su simbolismo espiritual y su dominio del color inspiraron a Wassily Kandinsky, cuyo interés en la iconografía está presente en trabajos posteriores.
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