Ante un cuadro de Salomon van Ruysdael, uno se siente inmediatamente envuelto por la tranquilidad de sus extensos paisajes holandeses. Es como estar de pie sobre un viejo puente de madera, oyendo el agua y sintiendo el susurro del viento entre los árboles. Ruysdael tenía una notable habilidad para captar la atmósfera de un día: el juego de luces y sombras, el suave resplandor de la luz del sol sobre el agua, la bulliciosa actividad a orillas del río. Sus escenas nunca parecen puestas en escena, sino más bien fugaces destellos de la vida cotidiana.
En Haarlem, donde pasó la mayor parte de su vida, Ruysdael desarrolló su estilo distintivo: amplios paisajes fluviales, surcados por transbordadores, barcos y pequeñas figuras enclavadas en la inmensidad. Su paleta es sobria, casi apagada, pero es precisamente esta sutileza la que da fuerza a su obra. Observaba atentamente cómo cambiaba el tiempo sobre la tierra, cómo las nubes proyectaban sombras y cómo la luz transformaba los colores de la naturaleza. Sus cuadros invitan al espectador a detenerse y saborear el silencio que se extiende entre el cielo y la tierra.
Cualquiera que haya contemplado su "Paisaje fluvial con transbordador" no olvidará pronto la sensación de apertura y calma que transmite. Salomon van Ruysdael fue un cronista de la vida cotidiana holandesa, cuyas obras siguen irradiando una serena poesía hasta nuestros días.
Ante un cuadro de Salomon van Ruysdael, uno se siente inmediatamente envuelto por la tranquilidad de sus extensos paisajes holandeses. Es como estar de pie sobre un viejo puente de madera, oyendo el agua y sintiendo el susurro del viento entre los árboles. Ruysdael tenía una notable habilidad para captar la atmósfera de un día: el juego de luces y sombras, el suave resplandor de la luz del sol sobre el agua, la bulliciosa actividad a orillas del río. Sus escenas nunca parecen puestas en escena, sino más bien fugaces destellos de la vida cotidiana.
En Haarlem, donde pasó la mayor parte de su vida, Ruysdael desarrolló su estilo distintivo: amplios paisajes fluviales, surcados por transbordadores, barcos y pequeñas figuras enclavadas en la inmensidad. Su paleta es sobria, casi apagada, pero es precisamente esta sutileza la que da fuerza a su obra. Observaba atentamente cómo cambiaba el tiempo sobre la tierra, cómo las nubes proyectaban sombras y cómo la luz transformaba los colores de la naturaleza. Sus cuadros invitan al espectador a detenerse y saborear el silencio que se extiende entre el cielo y la tierra.
Cualquiera que haya contemplado su "Paisaje fluvial con transbordador" no olvidará pronto la sensación de apertura y calma que transmite. Salomon van Ruysdael fue un cronista de la vida cotidiana holandesa, cuyas obras siguen irradiando una serena poesía hasta nuestros días.
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