Uno de los cuadros más famosos del mundo es la liebre parda, que Alberto Durero pintó en acuarela con extraordinario detalle. La notoriedad en este caso llega hasta el punto de que el ojo de la mente puede crear una imagen sin llegar a ver la obra de arte. Alberto Durero llegó a conseguir este método de representación realista, aunque nunca vio a muchos de sus modelos en la vida real. El pintor de fauna Mark Adlington centra su producción artística enteramente en representaciones de animales. A diferencia de Durero, cada ciclo de pinturas se basa en estudios intensivos de los personajes. Adlington se sumerge en el hábitat de los animales y realiza innumerables bocetos con la paciencia de un fotógrafo. En su estudio, da vida a los animales salvajes y les infunde una extraordinaria expresividad que cautiva a los espectadores.
Mark Adlington creció en la costa oeste de Irlanda. Entre escarpados acantilados y suaves bahías, el litoral permite vislumbrar la inmensidad del Atlántico. Adlington se sintió mágicamente atraído por las focas y focos que hacen su hábitat frente a la Isla Esmeralda. Los observó y empezó a hacer dibujos de niño. El artista irlandés quedó cautivado por la similitud entre los animales y la singularidad de cada uno de ellos. La pintura y el amor por los animales hicieron que Adlington quisiera seguir una formación artística. Se fue a Escocia y estudió primero historia del arte y luego se dedicó a las bellas artes en Londres. Tras obtener sus títulos académicos, Mark Adlington decidió seguir una carrera profesional en la casa de subastas Sotheby's. Sólo después de varios años de experiencia profesional, Mark se aventuró en la libertad como artista independiente.
Desde esa decisión, el artista ha viajado por todo el mundo. Vivió con Gavin Maxwell y sus nutrias en Escocia, ilustrando la historia de la vida del conservacionista. Adlington realizó una expedición al mundo polar y estudió a los osos polares en su hábitat. El artista estuvo en los lugares más bellos de la tierra hasta la fase más reciente de su periodo artístico, cuando dirigió su atención a la fauna de África. Adlington rastrea los entresijos de los animales, captando sus movimientos y elaborando un cuadro que muestra un fragmento de su hábitat. Son magníficas representaciones que hablan del amor y el respeto del artista. Mark Adlington nunca está desprevenido. Sus visitas y acercamientos a los animales se realizan en estrecha consulta con los conservacionistas y guardas de la fauna. Como observador silencioso, el artista se acerca a los animales y capta sus movimientos, gestos e interacciones. Mark Adlington ha plasmado en libros sus experiencias y momentos especiales en la fría zona polar y las regiones de África. Las ilustraciones se complementan con las aportaciones de los activistas por los derechos de los animales y los partidarios de los proyectos, mostrando lo singular de los hábitats del mundo.
Uno de los cuadros más famosos del mundo es la liebre parda, que Alberto Durero pintó en acuarela con extraordinario detalle. La notoriedad en este caso llega hasta el punto de que el ojo de la mente puede crear una imagen sin llegar a ver la obra de arte. Alberto Durero llegó a conseguir este método de representación realista, aunque nunca vio a muchos de sus modelos en la vida real. El pintor de fauna Mark Adlington centra su producción artística enteramente en representaciones de animales. A diferencia de Durero, cada ciclo de pinturas se basa en estudios intensivos de los personajes. Adlington se sumerge en el hábitat de los animales y realiza innumerables bocetos con la paciencia de un fotógrafo. En su estudio, da vida a los animales salvajes y les infunde una extraordinaria expresividad que cautiva a los espectadores.
Mark Adlington creció en la costa oeste de Irlanda. Entre escarpados acantilados y suaves bahías, el litoral permite vislumbrar la inmensidad del Atlántico. Adlington se sintió mágicamente atraído por las focas y focos que hacen su hábitat frente a la Isla Esmeralda. Los observó y empezó a hacer dibujos de niño. El artista irlandés quedó cautivado por la similitud entre los animales y la singularidad de cada uno de ellos. La pintura y el amor por los animales hicieron que Adlington quisiera seguir una formación artística. Se fue a Escocia y estudió primero historia del arte y luego se dedicó a las bellas artes en Londres. Tras obtener sus títulos académicos, Mark Adlington decidió seguir una carrera profesional en la casa de subastas Sotheby's. Sólo después de varios años de experiencia profesional, Mark se aventuró en la libertad como artista independiente.
Desde esa decisión, el artista ha viajado por todo el mundo. Vivió con Gavin Maxwell y sus nutrias en Escocia, ilustrando la historia de la vida del conservacionista. Adlington realizó una expedición al mundo polar y estudió a los osos polares en su hábitat. El artista estuvo en los lugares más bellos de la tierra hasta la fase más reciente de su periodo artístico, cuando dirigió su atención a la fauna de África. Adlington rastrea los entresijos de los animales, captando sus movimientos y elaborando un cuadro que muestra un fragmento de su hábitat. Son magníficas representaciones que hablan del amor y el respeto del artista. Mark Adlington nunca está desprevenido. Sus visitas y acercamientos a los animales se realizan en estrecha consulta con los conservacionistas y guardas de la fauna. Como observador silencioso, el artista se acerca a los animales y capta sus movimientos, gestos e interacciones. Mark Adlington ha plasmado en libros sus experiencias y momentos especiales en la fría zona polar y las regiones de África. Las ilustraciones se complementan con las aportaciones de los activistas por los derechos de los animales y los partidarios de los proyectos, mostrando lo singular de los hábitats del mundo.
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