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El francés de origen austriaco Luigi Aloys-Francois-Joseph Loir se hizo famoso en toda Europa con sus cuadros que representaban la vida cotidiana de París en el siglo XX. Como sus padres trabajaban como ayuda de cámara e institutriz, el joven Luigi pasó su infancia en la casa de la familia real francesa en el castillo de Görritz. Posteriormente, la familia Loir convivió en el Ducado de Parma. Pero cuando sus padres y hermanas regresaron a su Francia natal, Luigi, de quince años, decidió estudiar pintura en la Academia de Arte de Parma y se quedó solo. Finalmente, tres años después, él también se trasladó a París, entre otras razones para estar con su padre, que había enfermado entretanto. En París comenzó la prometedora pasión de Loir por la pintura urbana. Junto con su profesor de arte parisino Jean-Aimable Amédée Pastelot, Loir trabajó para las revistas de caricatura francesas, que eran especialmente populares en aquella época. Pastelot se especializó principalmente en la pintura de flores y retratos en gouache y acuarela. En su estudio, el joven artista Loir se sentía animado a probar diferentes formas de arte. Entre otras cosas, diseñó trajes de teatro, se dedicó a la pintura decorativa y presentó ilustraciones para novelas. A pesar de su amor por la experimentación, pronto quedó claro que su pasatiempo favorito era representar de forma realista las numerosas actividades y escenas de las calles parisinas. En busca de inspiración, el joven Loir recorrió los barrios, estudiando la arquitectura, las condiciones de iluminación y los habitantes de la ciudad.
Las complejas representaciones de Loir de la imagen urbana dan testimonio de un interés sincero y una profunda reflexión. Parecía especialmente preocupado por captar estéticamente los efectos de la luz diurna, vespertina y nocturna, así como las diferentes condiciones meteorológicas. A la manera del Impresionismo, hizo bocetos detallados de los efectos cambiantes de la luz sobre los edificios y los rostros para utilizar los estudios para sus cuadros posteriores. Esta atención al detalle le permitía llamar la atención del espectador sobre zonas concretas. Asimismo, añadiendo una fuente de luz cálida a su paleta de colores, que de otro modo sería fría. A Loir le gustaba especialmente utilizar lugares, edificios y monumentos conocidos como motivos de fondo. De este modo, sus obras ya desprendían una atmósfera nostálgica por la que se hicieron tan populares.
Loir debutó en el célebre Salón de París en 1865 y a partir de ese momento se convirtió en un miembro activo. Sin embargo, sus obras no sólo representan el paisaje urbano parisino. Muchos de sus cuadros se basan en escenarios de otras ciudades francesas, como Bercy, Auteuil y Puteaux. Loir se ganaba bien la vida con su arte. Recibió premios por muchas de sus obras y se aseguró el apoyo financiero de mecenas y patrocinadores. Además, sus cuadros fueron comprados por la alta sociedad parisina, así como por museos franceses y otros europeos. Como miembro influyente de varias sociedades de arte (Société des Arts Décoratifs, Société des Aquarellistes, Société des Artists Français y Société de Peintres-Lithographes), pudo conocer los museos de arte parisinos de Le-Puy-en-Valey y Rouen como artista maduro.
El francés de origen austriaco Luigi Aloys-Francois-Joseph Loir se hizo famoso en toda Europa con sus cuadros que representaban la vida cotidiana de París en el siglo XX. Como sus padres trabajaban como ayuda de cámara e institutriz, el joven Luigi pasó su infancia en la casa de la familia real francesa en el castillo de Görritz. Posteriormente, la familia Loir convivió en el Ducado de Parma. Pero cuando sus padres y hermanas regresaron a su Francia natal, Luigi, de quince años, decidió estudiar pintura en la Academia de Arte de Parma y se quedó solo. Finalmente, tres años después, él también se trasladó a París, entre otras razones para estar con su padre, que había enfermado entretanto. En París comenzó la prometedora pasión de Loir por la pintura urbana. Junto con su profesor de arte parisino Jean-Aimable Amédée Pastelot, Loir trabajó para las revistas de caricatura francesas, que eran especialmente populares en aquella época. Pastelot se especializó principalmente en la pintura de flores y retratos en gouache y acuarela. En su estudio, el joven artista Loir se sentía animado a probar diferentes formas de arte. Entre otras cosas, diseñó trajes de teatro, se dedicó a la pintura decorativa y presentó ilustraciones para novelas. A pesar de su amor por la experimentación, pronto quedó claro que su pasatiempo favorito era representar de forma realista las numerosas actividades y escenas de las calles parisinas. En busca de inspiración, el joven Loir recorrió los barrios, estudiando la arquitectura, las condiciones de iluminación y los habitantes de la ciudad.
Las complejas representaciones de Loir de la imagen urbana dan testimonio de un interés sincero y una profunda reflexión. Parecía especialmente preocupado por captar estéticamente los efectos de la luz diurna, vespertina y nocturna, así como las diferentes condiciones meteorológicas. A la manera del Impresionismo, hizo bocetos detallados de los efectos cambiantes de la luz sobre los edificios y los rostros para utilizar los estudios para sus cuadros posteriores. Esta atención al detalle le permitía llamar la atención del espectador sobre zonas concretas. Asimismo, añadiendo una fuente de luz cálida a su paleta de colores, que de otro modo sería fría. A Loir le gustaba especialmente utilizar lugares, edificios y monumentos conocidos como motivos de fondo. De este modo, sus obras ya desprendían una atmósfera nostálgica por la que se hicieron tan populares.
Loir debutó en el célebre Salón de París en 1865 y a partir de ese momento se convirtió en un miembro activo. Sin embargo, sus obras no sólo representan el paisaje urbano parisino. Muchos de sus cuadros se basan en escenarios de otras ciudades francesas, como Bercy, Auteuil y Puteaux. Loir se ganaba bien la vida con su arte. Recibió premios por muchas de sus obras y se aseguró el apoyo financiero de mecenas y patrocinadores. Además, sus cuadros fueron comprados por la alta sociedad parisina, así como por museos franceses y otros europeos. Como miembro influyente de varias sociedades de arte (Société des Arts Décoratifs, Société des Aquarellistes, Société des Artists Français y Société de Peintres-Lithographes), pudo conocer los museos de arte parisinos de Le-Puy-en-Valey y Rouen como artista maduro.