El horror de la Segunda Guerra Mundial marcó la infancia de Izabella Godlewska. Hasta los primeros momentos de los terribles años de la guerra, la familia vivía en una finca en la actual Bielorrusia. Durante el año en que Izabella celebró su octavo cumpleaños, comenzó una odisea que llevó a la familia por toda Europa. La familia huyó a Suecia vía Riga y a Francia vía Bélgica. Cuando los alemanes entraron en Francia, la familia continuó su huida. Llegaron a Marsella, lo que les permitió llegar a España y Portugal. Desde Portugal se dirigieron a su nuevo hogar. Con el fin de la guerra, la familia de Izabella Godlewska adquirió la ciudadanía británica. Después de la guerra, los tiempos fueron difíciles para la familia. Izabella soñaba con estudiar arte o música. Sueños que tuvieron que dejar paso al pragmatismo en tiempos difíciles. Izabella Godlewska estudió arquitectura y se graduó en la Escuela de Arquitectura de Oxford en 1955. En el camino, persiguió sus sueños. Izabella tenía contacto con un pintor que le daba clases de pintura en su tiempo libre. Profesionalmente, había decidido seguir la carrera de arquitectura.
Izabella Godlewska conoció y se enamoró de un diplomático español. La pareja se casó y se trasladó a Madrid. Izabella siguió trabajando como arquitecta, pero hizo contactos con la comunidad artística madrileña y los sueños de pintar y el arte volvieron a cobrar vida. Las actividades diplomáticas de su marido obligaron a la familia a trasladarse con frecuencia. Por segunda vez en su vida, Izabella da la vuelta al mundo. Esta vez no se trata de una huida, sino de alcanzar un destino y encontrar su camino en el arte.
Izabella se centró en la pintura de acuarela durante sus años universitarios. Al hacerlo, desarrolló un interés que la acompañó hasta el final de su carrera artística. Las etapas de su vida están documentadas en una obra única, tan variada como las culturas del mundo. Durante una estancia en Haití, la pintora realizó una serie de retratos en los que plasmó la vida de la isla caribeña. En Roma se dedicó al panorama de la ciudad. Se creó una serie de paisajes abstractos con líneas horizontales. Los paisajes horizontales acompañan la obra de Izabella Godlewska hasta la fase tardía. Los colores son jugosos y llenos de fuerza. Las emociones determinan las impresiones paisajísticas del artista. Son celebraciones de colores, armoniosas y revelan la mirada con la que Izabella toma el mundo. El artista es reacio a integrarse en un grupo artístico y elude el rigor de los estilos y las direcciones. Su desarrollo artístico la ha llevado a la abstracción total. Izabella ve en su desarrollo una forma de reconciliarse con el destino y es de desear que lo haya conseguido.
El horror de la Segunda Guerra Mundial marcó la infancia de Izabella Godlewska. Hasta los primeros momentos de los terribles años de la guerra, la familia vivía en una finca en la actual Bielorrusia. Durante el año en que Izabella celebró su octavo cumpleaños, comenzó una odisea que llevó a la familia por toda Europa. La familia huyó a Suecia vía Riga y a Francia vía Bélgica. Cuando los alemanes entraron en Francia, la familia continuó su huida. Llegaron a Marsella, lo que les permitió llegar a España y Portugal. Desde Portugal se dirigieron a su nuevo hogar. Con el fin de la guerra, la familia de Izabella Godlewska adquirió la ciudadanía británica. Después de la guerra, los tiempos fueron difíciles para la familia. Izabella soñaba con estudiar arte o música. Sueños que tuvieron que dejar paso al pragmatismo en tiempos difíciles. Izabella Godlewska estudió arquitectura y se graduó en la Escuela de Arquitectura de Oxford en 1955. En el camino, persiguió sus sueños. Izabella tenía contacto con un pintor que le daba clases de pintura en su tiempo libre. Profesionalmente, había decidido seguir la carrera de arquitectura.
Izabella Godlewska conoció y se enamoró de un diplomático español. La pareja se casó y se trasladó a Madrid. Izabella siguió trabajando como arquitecta, pero hizo contactos con la comunidad artística madrileña y los sueños de pintar y el arte volvieron a cobrar vida. Las actividades diplomáticas de su marido obligaron a la familia a trasladarse con frecuencia. Por segunda vez en su vida, Izabella da la vuelta al mundo. Esta vez no se trata de una huida, sino de alcanzar un destino y encontrar su camino en el arte.
Izabella se centró en la pintura de acuarela durante sus años universitarios. Al hacerlo, desarrolló un interés que la acompañó hasta el final de su carrera artística. Las etapas de su vida están documentadas en una obra única, tan variada como las culturas del mundo. Durante una estancia en Haití, la pintora realizó una serie de retratos en los que plasmó la vida de la isla caribeña. En Roma se dedicó al panorama de la ciudad. Se creó una serie de paisajes abstractos con líneas horizontales. Los paisajes horizontales acompañan la obra de Izabella Godlewska hasta la fase tardía. Los colores son jugosos y llenos de fuerza. Las emociones determinan las impresiones paisajísticas del artista. Son celebraciones de colores, armoniosas y revelan la mirada con la que Izabella toma el mundo. El artista es reacio a integrarse en un grupo artístico y elude el rigor de los estilos y las direcciones. Su desarrollo artístico la ha llevado a la abstracción total. Izabella ve en su desarrollo una forma de reconciliarse con el destino y es de desear que lo haya conseguido.
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