El siglo XVI cambió por completo la idea que los europeos tenían del mundo. De repente, más allá del horizonte se encontraban continentes e islas completamente desconocidos que había que explorar. Los exploradores y colonos de la época informaron sobre civilizaciones, animales y paisajes que nadie había visto antes. En pocas décadas, el mundo se había hecho mucho más grande de lo que los europeos pensaban. Especialmente para los exploradores, fue una época increíblemente interesante. Había que reconsiderar los viejos conocimientos y resolver nuevos problemas. Esto incluía hacer más segura la navegación por los mares. Las largas travesías hacia América del Norte y del Sur eran muy peligrosas, y los antiguos mapas no servían de ayuda en las costas del Nuevo Mundo. Como resultado, muchos marineros nunca volvieron a casa.
Gerardus Mercator se encargó de este problema. Fue un cartógrafo de Flandes que se propuso actualizar las imágenes geográficas del mundo. Mercator reunió información de diversas fuentes para crear mapas detallados de Europa, América y el mundo. Utilizando informes de viaje, diarios y dibujos realizados por muchos aventureros y exploradores de la época, calculó las líneas costeras de las masas de tierra recién descubiertas. Era un hombre concienzudo que se preocupaba de que todo lo que incluía en sus mapas fuera lo más fiel posible a la naturaleza. Para que los viajes sean lo más seguros posible, siempre ha seguido los últimos resultados de la investigación.
Por supuesto, la precisión de sus mapas no puede compararse con los que producen los satélites en la actualidad. Sin embargo, teniendo en cuenta el estado de la técnica del siglo XVI, es aún más impresionante la cantidad de zonas cartografiadas por Mercator que se acercan a la realidad. Su talento no sólo ayudó a los navegantes y exploradores, sino que también inventó nuevas técnicas que desarrollaron el oficio de la cartografía. Por ejemplo, inventó la palabra "atlas" e inició la tradición de etiquetar los mapas en cursiva para hacerlos más legibles. También fue uno de los primeros en incorporar la curvatura de la tierra a sus cálculos, lo que permitió representar con mayor precisión las proporciones de las masas de tierra.
Sus mapas no sólo son científicamente interesantes, sino también visualmente atractivos. Como era habitual en la época, están decorados con dibujos de barcos, criaturas marinas y plantas. Las inscripciones y las características del paisaje, como los bosques o las montañas, dan pistas sobre las regiones representadas. Hay una increíble cantidad de detalles que explorar en cada una de sus obras. Cada uno de sus mapas es, por tanto, no sólo una ayuda a la navegación, sino también una obra de arte única en la que uno puede perderse. Aunque, por desgracia, Mercator nunca pudo completar la obra de su vida, la "cosmografía", gran parte de su trabajo se ha conservado bien, de modo que todavía hoy podemos descubrir el mundo a través de sus ojos.
El siglo XVI cambió por completo la idea que los europeos tenían del mundo. De repente, más allá del horizonte se encontraban continentes e islas completamente desconocidos que había que explorar. Los exploradores y colonos de la época informaron sobre civilizaciones, animales y paisajes que nadie había visto antes. En pocas décadas, el mundo se había hecho mucho más grande de lo que los europeos pensaban. Especialmente para los exploradores, fue una época increíblemente interesante. Había que reconsiderar los viejos conocimientos y resolver nuevos problemas. Esto incluía hacer más segura la navegación por los mares. Las largas travesías hacia América del Norte y del Sur eran muy peligrosas, y los antiguos mapas no servían de ayuda en las costas del Nuevo Mundo. Como resultado, muchos marineros nunca volvieron a casa.
Gerardus Mercator se encargó de este problema. Fue un cartógrafo de Flandes que se propuso actualizar las imágenes geográficas del mundo. Mercator reunió información de diversas fuentes para crear mapas detallados de Europa, América y el mundo. Utilizando informes de viaje, diarios y dibujos realizados por muchos aventureros y exploradores de la época, calculó las líneas costeras de las masas de tierra recién descubiertas. Era un hombre concienzudo que se preocupaba de que todo lo que incluía en sus mapas fuera lo más fiel posible a la naturaleza. Para que los viajes sean lo más seguros posible, siempre ha seguido los últimos resultados de la investigación.
Por supuesto, la precisión de sus mapas no puede compararse con los que producen los satélites en la actualidad. Sin embargo, teniendo en cuenta el estado de la técnica del siglo XVI, es aún más impresionante la cantidad de zonas cartografiadas por Mercator que se acercan a la realidad. Su talento no sólo ayudó a los navegantes y exploradores, sino que también inventó nuevas técnicas que desarrollaron el oficio de la cartografía. Por ejemplo, inventó la palabra "atlas" e inició la tradición de etiquetar los mapas en cursiva para hacerlos más legibles. También fue uno de los primeros en incorporar la curvatura de la tierra a sus cálculos, lo que permitió representar con mayor precisión las proporciones de las masas de tierra.
Sus mapas no sólo son científicamente interesantes, sino también visualmente atractivos. Como era habitual en la época, están decorados con dibujos de barcos, criaturas marinas y plantas. Las inscripciones y las características del paisaje, como los bosques o las montañas, dan pistas sobre las regiones representadas. Hay una increíble cantidad de detalles que explorar en cada una de sus obras. Cada uno de sus mapas es, por tanto, no sólo una ayuda a la navegación, sino también una obra de arte única en la que uno puede perderse. Aunque, por desgracia, Mercator nunca pudo completar la obra de su vida, la "cosmografía", gran parte de su trabajo se ha conservado bien, de modo que todavía hoy podemos descubrir el mundo a través de sus ojos.
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