Alfred Wallis encontró su camino hacia el arte de forma tardía. A los 70 años, el inglés cogió por primera vez un pincel y no dejó de pintar hasta su muerte. De joven, trabajó en veleros y barcos de pesca, pasando la mayor parte del tiempo en el mar. Izaba las velas y trepaba por las jarcias, siempre en lo alto, entre el cielo y el agua, con cualquier tiempo. Pero a principios del siglo XX, la navegación cambió: las velas fueron sustituidas por las máquinas de vapor, y la profesión que tanto amaba se extinguió lentamente. Wallis estaba envejeciendo y sus habilidades ya no eran demandadas por las nuevas tecnologías.
La pintura era una forma de expresar su anhelo por el mar. Su arte es un homenaje al mundo que conoció, que había cambiado completamente durante su vida. Por lo tanto, Wallis no pintó lo que vio frente a él, sino escenas de su memoria. El realismo no era importante para él, se trataba más bien de captar momentos entrañables. La sensación de las olas, el aleteo de las velas tensadas y los faros que indican el camino en un día de niebla. Con sus obras lúdicas, Wallis dio vida a todas estas impresiones. Pertenecía a la llamada "pintura ingenua". Este estilo le dio mucha libertad, ya que tiró por la borda las reglas de la perspectiva y la representación realista. En lugar de mostrar la realidad tal y como es, los sentimientos personales pasan a primer plano en la pintura ingenua. Las cosas que evocan fuertes sentimientos en un pintor suelen representarse más grandes de lo que son en relación con otros objetos. En cada rincón del cuadro, el ángulo de visión es diferente. Algunos detalles están elaborados con precisión, mientras que otros objetos sólo están esbozados a grandes rasgos. Esto hace que las pinturas ingenuas parezcan infantiles y como algo salido de un sueño. Llevan al espectador al interior de la mente del artista y le muestran cómo experimentaba el mundo y lo que estaba cerca de su corazón.
Wallis se hizo bastante conocido a nivel local con su trabajo, pero nunca pudo ganar suficiente dinero con él. Vivió en la pobreza hasta la vejez. Por lo tanto, pintó sobre cualquier material que pudo encontrar. En lugar de lienzos, utilizaba tablas de madera y cartón, y pintaba con los colores que podía comprar en un vendedor de barcos. Como resultado, sus cuadros tienen un carácter muy honesto. Todo en ellos refleja la vida de Wallis tal y como era. Son como una instantánea de su personalidad y de los turbulentos cambios de su época. Aunque no pudo disfrutar de su fama en vida, logró plasmar sus recuerdos y sentimientos para la posteridad. Hoy en día, su arte es muy apreciado y sigue exponiéndose y comercializándose.
Alfred Wallis encontró su camino hacia el arte de forma tardía. A los 70 años, el inglés cogió por primera vez un pincel y no dejó de pintar hasta su muerte. De joven, trabajó en veleros y barcos de pesca, pasando la mayor parte del tiempo en el mar. Izaba las velas y trepaba por las jarcias, siempre en lo alto, entre el cielo y el agua, con cualquier tiempo. Pero a principios del siglo XX, la navegación cambió: las velas fueron sustituidas por las máquinas de vapor, y la profesión que tanto amaba se extinguió lentamente. Wallis estaba envejeciendo y sus habilidades ya no eran demandadas por las nuevas tecnologías.
La pintura era una forma de expresar su anhelo por el mar. Su arte es un homenaje al mundo que conoció, que había cambiado completamente durante su vida. Por lo tanto, Wallis no pintó lo que vio frente a él, sino escenas de su memoria. El realismo no era importante para él, se trataba más bien de captar momentos entrañables. La sensación de las olas, el aleteo de las velas tensadas y los faros que indican el camino en un día de niebla. Con sus obras lúdicas, Wallis dio vida a todas estas impresiones. Pertenecía a la llamada "pintura ingenua". Este estilo le dio mucha libertad, ya que tiró por la borda las reglas de la perspectiva y la representación realista. En lugar de mostrar la realidad tal y como es, los sentimientos personales pasan a primer plano en la pintura ingenua. Las cosas que evocan fuertes sentimientos en un pintor suelen representarse más grandes de lo que son en relación con otros objetos. En cada rincón del cuadro, el ángulo de visión es diferente. Algunos detalles están elaborados con precisión, mientras que otros objetos sólo están esbozados a grandes rasgos. Esto hace que las pinturas ingenuas parezcan infantiles y como algo salido de un sueño. Llevan al espectador al interior de la mente del artista y le muestran cómo experimentaba el mundo y lo que estaba cerca de su corazón.
Wallis se hizo bastante conocido a nivel local con su trabajo, pero nunca pudo ganar suficiente dinero con él. Vivió en la pobreza hasta la vejez. Por lo tanto, pintó sobre cualquier material que pudo encontrar. En lugar de lienzos, utilizaba tablas de madera y cartón, y pintaba con los colores que podía comprar en un vendedor de barcos. Como resultado, sus cuadros tienen un carácter muy honesto. Todo en ellos refleja la vida de Wallis tal y como era. Son como una instantánea de su personalidad y de los turbulentos cambios de su época. Aunque no pudo disfrutar de su fama en vida, logró plasmar sus recuerdos y sentimientos para la posteridad. Hoy en día, su arte es muy apreciado y sigue exponiéndose y comercializándose.
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